Las mujeres negras siguen teniendo una relación compleja y enrevesada con su cabello.

Desde escuelas primarias y secundarias hasta salas de juntas corporativas y escuadrones militares, el cabello natural negro y afrolatino continúa confundiendo, paralizando y enfureciendo a los miembros de la sociedad blanca estadounidense. ¿Por qué, en 2022, sigue siendo así? ¿Por qué no hemos ido más allá de ese perenne emblema racista? ¿Y por qué las mujeres se ven afectadas de manera tan desproporcionada?

¿Por qué nuestro cabello se vuelve más agradable cuando capitula y ha sido subyugado para parecerse lo más posible a los rasgos caucásicos? ¿Quién o qué es el responsable del entramado de supervisión y vigilancia de nuestro cabello? ¿Quién en nuestra sociedad es el autor de la constitución predominante de la apariencia profesional?

Particularmente relevante durante esta época de supremacía blanca envalentonada, racismo y alteridad provocativa, este trabajo explora cómo escribir sobre uno de los prejuicios sistémicos que aún persisten en las escuelas, el mundo académico y las empresas estadounidenses podría conducir a una mayor comprensión y respeto.